29.4.10

JULIO ROMERO TORRES,EL PINTOR DEL ALMA DE ESPAÑA.



LA CHIQUITA PICONERA-María Teresa López
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Julio Romero de Torres nació el 9 de Noviembre de 1874 en Córdoba. Es hijo de Rafael Romero Barros, también pintor, director del entonces Museo Provincial de Bellas Artes de Córdoba y de la Escuela Provincial de Bellas Artes
Al igual que sus otros dos hermanos, Rafael y Enrique, comenzó su aprendizaje bajo las órdenes de su padre en la Escuela de Bellas Artes. De éste heredó el gusto por el realismo, como refleja en muchos de sus paisajes y bodegones.

En su producción, podemos distinguir dos etapas bien diferenciadas, la de juventud que se prolonga hasta 1907, y la de madurez, que comienza a partir de ese mismo año.

Durante la primera, recibe las influencias de las corrientes pictóricas de finales del siglo XIX, como son el realismo social, el impresionismo y el modernismo simbolista.

Los inicios de su carrera no fueron fáciles, ya que el no obtener la esperada pensión a Roma con su obra de temática social Conciencia tranquila, la muerte de su padre y el cierre de la Escuela Provincial de Bellas Artes, dificultaron la continuación de sus estudios.

En La niña de la jarra (1928), la modelo se sitúa en un fondo tenebrista, destacando así, el rostro de una adolescente morena y soñadora y una jarra vidriada.
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“El principal motivo inspirador de mis cuadros reside en la emoción trágica, atormentada y doliente de ese hondo cantar andaluz, que más bien que cantar es una salmodia, una plegaria, una queja o un insulto. Mis cuadros son el producto, más o menos genuino, de esa emoción popular que yo he sentido durante toda mi vida”


En La siesta o en Pereza andaluza se observan ya las aportaciones de la pintura luminista. Y las piezas más significativas cercanas a la estética simbolista o modernista, son los murales elaborados para el Círculo de Amistad de Córdoba en 1905, con alegorías de La Pintura, La Música, La Literatura y La Escultura.

Al año siguiente, su obra Vividoras del amor, una escena en la que representa a las prostitutas de un prostíbulo, será rechazada por inmoral.
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En 1907, con la obra Nuestra Señora de Andalucía inaugura su etapa de madurez y, tras los dos viajes a Italia, su estilo queda prácticamente definido, obteniendo su primera medalla en la Exposición Nacional de 1908 con La musa gitana. A este certamen también presentará Amor sagrado y amor profano.
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En 1916 se convirtió en catedrático de Ropaje en la Escuela de Bellas Artes de Madrid y se instala definitivamente en la capital. A partir de aquí, representó el pabellón español en diversas exposiciones internacionales, convocados en París y Londres entre otras ciudades.
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La consagración de la copla, La saeta, Cante hondo o Nocturno, son obras representativas de esta etapa y que nos permiten conocer la personalidad del pintor.
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Durante estos años, su obra se caracteriza por la exaltación de valores típicamente andaluces y sus tradiciones populares, como son el flamenco, la copla o el toreo. También se interesará por los prototipos humanos, siendo la mujer cordobesa la protagonista de sus pinturas. Se ha dicho de él que fue el pintor del alma de Andalucía.

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El artista cordobés pintó numerosas figuras femeninas, mujeres morenas de misteriosa y profunda mirada que escandalizaron en su época, debido a la carga erótica que ofrecía su semidesnudez. En su mirada hay una ocultación del deseo, al mismo tiempo, que provocan una intensa sensación de ardor y erotismo. Son figuras ensimismadas, encerradas por su propia pasión, alegorías de la sensualidad y del pecado.
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En Samaritana (1920), los ojos de la modelo tienen una mirada misteriosa. Su postura es relajada, reposa sobre un ánfora de cobre, proporcionando sensación de serenidad



Naranjas y limones (1928), representa a una joven que lleva entre sus pechos desnudos un puñado de naranjas. Sus ojos, que producen una intensa sensación de misterio, hacen que su mirada posea una enorme carga psicológica. Es una obra de gran erotismo.
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En todas ellas, consigue reflejar la belleza y la melancolía características de las mujeres andaluzas.
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A principios de 1930, Julio Romero de Torres, afectado por una dolencia hepática, vuelve a Córdoba para intentar recuperarse. Allí pintó su última obra, La chiquita piconera, que es una de las más conocidas.
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La chiquita piconera resume la concepción que el artista tenía de la pintura. La modelo se mueve dentro de un realismo idealizado, nos mira de forma directa y sosegada, mientras deja caer sus brazos relajadamente. El fondo es un atardecer sobre Córdoba.

Finalmente, el 10 de Mayo, Julio Romero de Torres muere en su casa de Córdoba.


María Teresa López





Pintor de la mujer morena
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Copla dedicada a Julio Romero de Torres
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Julio Romero de Torres pintó a la mujer morena/
Con los ojos de misterio y el alma llena de pena/
Puso en sus manos de bronce la guitarra cantaora/
Y en su bordón hay suspiros y en su capa una dolora./
Morena/
La de los rojos claveles/
La de la reja florida/
La reina de las mujeres/
Morena/
La del bordado mantón/
La de la alegre guitarra/
La del clavel español./
Como escapada de un cuadro y en el sentir de una copla/
Toda España la venera y toda España la adora/
Prenda con su taconeo la seguirilla de España/
Y en sus cantares morunos en la venta de Eritaña.





LA CHIQUITA PICONERA
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I

El pintor la respetaba
lo mismo que algo sagrao
y su pasión le ocultaba
porque era un hombre casao.
Ella lo camelaba con alma y vía
hechisá por la magia de su paleta
y al igual que una llama se consumía
en aquella locura negra y secreta.
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ESTRIBILLO
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Y cuando de noche Córdoba dormía...
y era como un llanto la fuente del Potro,
una voz decía:
¡Ay, chiquita piconera,
mi piconera chiquita!
Esta carita de cera
a mí el sentío me quita.
Te voy pintando, pintando
ar laíto der brasero
y a la vez me voy quemando
de lo mucho que te quiero.
¡Várgame San Rafael,
tener el agua tan cerca
y no poderla bebé!
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II
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Ella rompió aquel cariño
y le dio un cambio a su vía,
y el pintor iguá que un niño
lloró al mirarla perdía.
Y cambió hasta la línea de su pintura,
y por calles y plazas lo vió la gente
deshojando la rosa de su amargura
como si en este mundo fuera un ausente.
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ESTRIBILLO
.
Y cuando de noche Córdoba dormía...
y era como un llanto la fuente del Potro,
el pintor gemía:
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¡Ay, chiquita piconera,
mi piconera chiquita!
Toa mi vía yo la diera
por contemplar tu carita.
Mira tú si yo te quiero
que sigo y sigo esperando
ar laíto der brasero
para seguirte pintando.
¡Várgame la Soleá,
haber querío orvidarte
y no poderte orviá!



“Julio Romero de Torres, pintó a la mujer morena, con sus ojos de misterio, y el alma llena de pena, puso en sus manos de bronce la guitarra cantaora y en su bordón hay suspiros y en su capa una dolora...”


*Isabella



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