15.3.11

Emily Carr 1871-1945 :



Nacido 13 de diciembre 1871 - Murió 02 de marzo 1945.

Artista y escritor canadiense: Emily Carr estudió en San Francisco en 1889-95, y en 1899 viajó a Inglaterra, donde participó con el grupo de St. Ives y con la escuela privada Vivió en Francia en 1910 donde el trabajo de los fauvistas influido en el colorismo de su trabajo y ella entró en contacto con Frances Hodgkins. Desalentado por su falta de éxito artístico, regresó a Victoria, donde estuvo a punto de abandonar por completo el arte.

Sin embargo, su contacto con el Grupo de los Siete en 1930 resucitó su interés por el arte, ya lo largo de la década de 1930 se especializó en escenas de la vida y los rituales de los nativos americanos. through a También mostró su conocimiento de la cultura nativa de Canadá a través de una serie de obras que representan la selva Columbia Británica. Vivió entre los nativos americanos a la investigación a sus súbditos. Muchas de sus pinturas expresionistas representan tótems y otros artefactos de la cultura india.





Himno al árbol
.

Árbol hermano, que clavado
por garfios pardos en el suelo,
la clara frente has elevado
en una intensa sed de cielo;

hazme piadoso hacia la escoria
de cuyos limos me mantengo,
sin que se duerma la memoria
del país azul de donde vengo.

Árbol que anuncias al viandante
la suavidad de tu presencia
con tu amplia sombra refrescante
y con el nimbo de tu esencia:

haz que revele mi presencia,
en las praderas de la vida,
mi suave y cálida influencia
de criatura bendecida.

Árbol diez veces productor:
el de la poma sonrosada,
el del madero constructor,
el de la brisa perfumada,
el del follaje amparador;

el de las gomas suavizantes
y las resinas milagrosas,
pleno de brazos agobiantes
y de gargantas melodiosas:

hazme en el dar un opulento
¡para igualarte en lo fecundo,
el corazón y el pensamiento
se me hagan vastos como el mundo!

Y todas las actividades
no lleguen nunca a fatigarme:
¡las magnas prodigalidades
salgan de mí sin agotarme!

Árbol donde es tan sosegada
la pulsación del existir,
y ves mis fuerzas la agitada
fiebre del mundo consumir:

hazme sereno, hazme sereno,
de la viril serenidad
que dio a los mármoles helenos
su soplo de divinidad.

Árbol que no eres otra cosa
que dulce entraña de mujer,
pues cada rama mece airosa
en cada leve nido un ser:

dame un follaje vasto y denso,
tanto como han de precisar
los que en el bosque humano, inmenso,
rama no hallaron para hogar.

Árbol que donde quiera aliente
tu cuerpo lleno de vigor,
levantarás eternamente
el mismo gesto amparador:

haz que a través de todo estado
?niñez, vejez, placer, dolor?
levante mi alma un invariado
y universal gesto de amor!




Poemas de Gabriela Mistral





























*Isabella

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